Allí llegan los “Hidráulicos” y
unos pasos nocturnos se detienen ya.
Hay miradas furtivas descubriendo al amado
también ojos tristes llorando una ausencia,
corazones rendidos de tanto esperar
las palabras de amor de una canción.
Sus voces, guitarras y cajón empiezan ya
y la penumbrosa noche melodiosa
y los balcones y ventanas sorprendidos
reciben las cuitas de amor
que en los sueños de la amada,
siembran el dulce despertar.
La calle pletórica de ritmo
acompaña a los “Hidráulicos”
en sus frenéticas caricias de sus guitarras
de vibrantes notas mensajeras
de la duda o la certeza,
la angustia o la esperanza,
de la tristeza o la alegría
la diatriba o la alabanza
y que invaden y perfuman las alcobas
en la búsqueda de una ilusión hecha mujer.
Tres canciones y a otra esquina a cantar,
suspiros, ensoñaciones, resquemores,
esfúmanse muy pronto
al escuchar en lontananza otra cuita de amor.
Mientras la noche va tiñéndose de alba
anunciando el descanso
las últimas notas perdiéndose van,
galas musicales de una noche de bohemia socotina,
que sólo los Hidráulicos saben ofrecer.
Carhuare